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viernes, 8 de mayo de 2015

¿POR QUÉ ESCASEA LA PARTICIPACIÓN DE LOS PADRES EN LA ESCUELA?


La comunicación entre la escuela y las familias ha de ser fluida y basada en la mutua confianza y respeto, sin embargo hay parte del profesorado al que le molesta tanto la preocupación total de los padres como la despreocupación total. Y por la otra parte, algunas familias se quejan de la poca confianza que demuestran algunos maestros respecto a su capacidad de educar como padres a sus propios hijos.

En cualquier caso, estas desconfianzas y desacuerdos han de ir desapareciendo para favorecer la educación de los niños. Todos tenemos que trabajar conjuntamente, cada cual desde su rol, asumiendo la responsabilidad que nos toca.

Algunos padres limitan su participación a la mera elección del centro porque desconocen la importancia de su implicación o el papel que pueden desempeñar en él para optimizar su funcionamiento, enriquecer sus actividades o mejorar la oferta educativa.
Tanto padres como profesores han de velar por el buen funcionamiento del centro más allá de los intereses particulares, con la finalidad última del beneficio de los alumnos.

Por otro lado, también hay que reconocer, que muchos padres y madres se desentienden de su labor educadora, y trasladan esta tarea a los colegios, sin querer adquirir más responsabilidad que la de matricular a su hijo en el colegio que creen más adecuado, que en buena parte de los casos es el más próximo a su domicilio o a su centro de trabajo.
Muchas familias dan poco valor a la educación de sus hijos, no colaboran en la misma, y desde luego ni entienden que estén obligados a participar en la formación de sus hijos y por tanto en la gestión de los centros educativos.


Asimismo, cabe destacar que la sociedad demanda que los centros educativos sean lugares dónde se dé cabida, y solución, a un gran número de objetos transversales: educación para la paz, para la salud, para la sexualidad, educación vial, en valores, manejo de nuevas tecnologías… Esto produce una falta de reconocimiento social de la función docente, y una sobrecarga y presión para éstos.
 Como consecuencia a esta demanda, se produce una toma de posición defensiva por parte de los docentes, lo cual conlleva a una incomunicación con las familias, y a la larga, enfrentamientos entre ambos colectivos. 

El resultado de todo esto es que un espacio que debería ser de cooperación, de ayuda desinteresada, frente a un objetivo común que es la educación y el proceso de crecimiento armónico de los niños, se transforma en un lugar de conflicto. 

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